En el
valle de Rodalquilar, “la bella tierra mora enclavada al límite de Europa” empezó la historia de la que se puede considerar la primera periodista profesional,
Carmen de Burgos. La condición de Augusto Figueroa de que Carmen firmara con un seudónimo con más gancho editorial, convirtió a la periodista en
Colombine. Nombre que ya no quiso abandonar.
He elegido a esta periodista como ejemplo de mujer trabajadora,
día internacional que se conmemora hoy, 8 de marzo. Mujer transgresora, corresponsal de guerra, madre, apasionada de la enseñanza, vanguardista, independiente a ultranza, luchadora a favor de los principios republicanos y feminista temprana. Así era Carmen de Burgos. Pero, por encima de todo esto, yo destacaría su papel en la actividad periodística y literaria. Colombine llegó a ser una de las mejores plumas de la
Edad de Plata de la literatura española y consiguió abrir camino para las mujeres en el mundo del periodismo, en el que parecía que nos tenían vetadas.
En mi opinión las mujeres tenían tan pocos derechos y estaban tan subordinadas a los hombres que ninguna se atrevía a saltarse las
restricciones que imponía la sociedad. Estas se dedicaban únicamente a la familia, sin tener una vida laboral más allá del hogar. Era impensable que una mujer viajara sola, se abriera una cuenta en el banco o hablara en público de temas controvertidos. Colombine rompió con todo esto y se convirtió en una mujer del porvenir.
Bajo mi punto de vista sus coetáneos, y en especial su propio gremio, no reconocieron suficientemente su obra y fue duramente criticada. Pero esto último, como se puede leer en textos de su vida, era un honor para ella. Es de suponer que gracias a las controversias y a que la discutieran, su nombre y sus logros sonarían más en los círculos de la época.
Debido al recelo de sus compañeros, el papel de la periodista quedó reducido a ser la amante de
Ramón Gómez de la Serna. Con los años y gracias a las biografías que hay sobre ella, la figura de esta gran mujer esta adquiriendo el prestigio y el valor que la corresponde.
El día 9 de octubre de 1932 fallecía en Madrid, cuando participaba en una reunión política del Círculo Radical Socialista. Entre sus necrológicas he encontrado una de Ana de Castro Osorio, que hace un especial tributo al sacrificio de Colombine por sus ideales. «
Carmen de Burgos, la gran escritora española que el 9 de octubre murió heroicamente en plena actividad de acción liberadora, es un valor mundial que todas las mujeres deben respetar (...) Amaba sus ideales más que a su propia vida... Y quien sabe si su gran y heroico sacrificio quedará aún largos años desconocido e inútil para la sociedad y, principalmente, entre las mujeres, al progreso de las cuales se sacrificó».
Leyendo las obras de Colombine, investigando sobre su vida y conociendo más sobre sus ideales, sacamos del olvido el sacrificio de una gran mujer, nada vanidosa. Como conclusión, me quedo con la idea de que les debemos mucho a personas como ella, ya que, han allanado el camino del progreso y han aportado una obra brillante en el periodismo y la literatura, sirviendo como ejemplo y como incentivo para muchos de los que quieren entrar en el “mundillo”.