Yuli es una gitana que sabe mucho de
bodas porque ya ha casado a cuatro de sus hijos y ha perdido la cuenta de los enlaces a los que ha acudido. “Para comer no tendremos pero las niñas que se casan van muy bien, buscamos entre las piedras, entre los familiares, entre los amigos”, dice desde su casa en un humilde barrio de Guadalajara, donde últimamente les ha tocado apretarse el cinturón más de la cuenta.
La coyuntura económica también está afectando al sector de organización de eventos nupciales. Así, según datos facilitados por el portal de bodas
Guiadenovios.com, la crisis está afectando de lleno en el negocio de las bodas y se estima una reducción de más del 20% en el número de bodas que se celebrarán en el 2011. Esta disminución, afecta sobre todo, al rito católico. Puede que, el motivo sea que está cada vez menos arraigado y que la
cifra de divorcios, más de cien mil cada año, no sea nada halagüeña y no invite a gastar nuestros ahorros en un compromiso que es posible que se rompa como el de nuestra vecina del tercero, el carnicero del supermercado, el torero de la revista u otros muchos casos que casualmente conocemos. “Muchas de las nulidades se dan por inmadurez psicológicas de los contrayentes. Muchas parejillas que se han casado con 18 o 20 años, que no sabían en realidad lo que era el matrimonio-de fidelidad, de vivir juntos, la convivencia, estar en las duras y en las maduras- estamos convencidos de que hay muchas parejas que no sabían lo que estaban haciendo y pensaban que estaban de fiesta de fin de semana con los amigos”, añade José Luis párroco de una Iglesia cercana al barrio de Yuli.
La crisis no se nota tanto en la
costumbre musulmana ya que, en muchos casos, los matrimonios son acordados con anterioridad. “Mi marido es primo segundo mío con el cual, me juntó mi familia”, nos cuenta Layla, una joven de Tánger que trabaja en la panadería del barrio de Yuli. Muchos de los matrimonios musulmanes han sido impuestos o la mujer tiene que compartir a su marido con otras mujeres. Por este motivo, es una cultura muy criticada. No tiene en cuenta la libertad, ni la felicidad de los esposos, aunque los días de la boda son de fiesta y alegría. Pero el dinero también importa, “Lo importante en la cultura rifínia es que el futuro marido entregue el dinero para pagar los gastos de la boda”, apunta Layla, destacando la importancia de los dirhams- moneda de Marruecos.
Entre las religiones más permisivas se encuentra la
ortodoxa. “Yo me divorcié de mi ex mujer hace seis años y me vine a España”, dice Petyo Ivanov, búlgaro que ha ido a arreglar el alumbrado del barrio de Yuli. La Iglesia ortodoxa admite el divorcio por la Iglesia, mientras que el resto de religiones no. “La Iglesia católica, hoy por hoy, no reconoce el divorcio. Lo único que se puede hacer, es demostrar de alguna manera que aunque parece que hubo matrimonio el día de la boda, en realidad no existió. Para eso hay que hacer un expediente, con un interrogatorio muy exhaustivo a él y a ella, que incluye investigaciones psicológicas y psiquiátricas. La única posibilidad es declarar nulo el matrimonio, como si no hubiera existido”, esta es la opción que tienen los católicos, según nos explica José Luis. Por este motivo están existiendo problemas, en nuestro país. Petyo Ivanov intentó contraer matrimonio católico con Nuria, su actual pareja, pero la Iglesia católica sólo reconoce su unión con su anterior mujer, no el divorcio que fue legalmente admitido por la iglesia ortodoxa. Los problemas que están existiendo en este sentido han provocado que muchas parejas opten por el matrimonio civil, que cada vez está más en aumento. El número de estos enlaces (94.993) supera al de los religiosos (80.959).
En nuestro país casi mil parejas contraen matrimonios por ritos distintos al civil o al católico y de todos tenemos alguna ligera idea. De todos, excepto de los orientales, el país del sol naciente y China son reservados hasta para explicar sus
rituales. Es difícil encontrar a alguna persona de origen japonés o chino que nos cuente sus costumbres. “La novia tradicionalmente utiliza zapatillas rojas y un velo rojo”, es la frase más clara que nos dice Xiaomei, desde su tienda de alimentación, antes de que su hija la impida seguir explicándonos su cultura. El matrimonio en muchos casos es motivo de chistes y rivalidades entre hombres y mujeres y ahora también entre personas del mismo sexo, ya que, en 2010, los
matrimonios entre personas del mismo sexo representaron el 2,5%. En el 62,9% de estos matrimonios ambos cónyuges eran hombres y en el 37,1% mujeres.
Las edades, las costumbres y las formas de contraer matrimonio también van cambiando en las culturas. No se sabe cómo será la vida como casados, pero desde luego lo que sí es seguro es que el día de la boda se intenta todo para que sea un día difícil de olvidar con el que compartir un bonito momento con tu pareja y con los invitados. Sin embargo, nunca nos hemos parado a pensar si las bodas son necesarias. “Mi primera boda fue un gasto de dinero y luego como casados tuvimos muchos problemas, pero la cara de embobado que se me quedo viendo lo preciosa que estaba mi ex mujer, no la pude evitar”, es cómo defiende Petyo las bodas, convencido de que la segunda va a ser aún más especial. Podemos estar de acuerdo o no con muchos rituales, pero la ilusión y el brillo en los ojos de Yuli, cuando recuerda uno de los ritos más espectaculares de los gitanos, nos demuestra que es un día insólito, en el que es posible que un hijo abandone el hogar donde nació o que una nueva familia esté en camino.